Desde hace varias semanas, en distintas localidades de la meseta se viene sosteniendo un mismo reclamo, que llega a unir a sus pobladores como un grito de hartazgo que quizás nunca antes se haya visto. Se trata de la campaña #QueremosDecidir que comienza a leerse y escucharse en todo lugar donde nos permiten expresarnos.

Nosotros los habitantes de la Meseta, esos que hemos sido el objeto de análisis y de innumerables diagnósticos desde todos los gobiernos de turno y nunca sujetos de decisiones. Acostumbrados a ver caravanas interminables de funcionarios y comitivas analizando y evaluando cómo se podría revertir la realidad de nuestra región castigada por la desertificación, despoblamiento y la lejanía.

Nosotros observamos siempre respetuosos y esperamos, quizás con cierta ingenuidad, el surgimiento de planes o propuestas de desarrollo que nunca llegaron. Cuándo la conectividad era escasa también era escasa la información de nuestros vecinos, y mucho más escasa la participación de los pobladores de la meseta en el debate público. Pero eso se terminó.

Nosotros no pedimos privilegios, ni asistencia. Pedimos igualdad de oportunidades. Necesitamos trabajo y poder desarrollarnos como el resto de las regiones de nuestra provincia. Conocemos mejor que nadie la realidad de la meseta porque nacimos y crecimos allí. Sabemos de sus recursos, sus potencialidades y sus problemas.

Si bien es cierto que entre los pobladores de la meseta no pensamos todos igual, hemos logrado ponernos de acuerdo en un presupuesto básico: los que debemos decidir de qué va a vivir nuestra región somos sus habitantes»

No negamos que el mayor recurso natural de la meseta son sus minerales capaces de generar emprendimientos metalíferos y no metalíferos. Y quienes debemos resolver si se puede avanzar en su explotación racional somos nosotros. Quienes debemos evaluar si somos capaces de generar un círculo virtuoso que haga que la explotación del recurso natural potencie el desarrollo humano somos nosotros.

Hoy en distintas ciudades de Chubut vemos manifestaciones queriendo decidir por nosotros. Concejos Deliberantes de otras regiones que también quieren decidir por nosotros. Lejos de nuestra zona opinan sin conocer y sin siquiera alarmarse de los tremendos daños ambientales que padecen sus propias ciudades. La realidad del Río Chubut en esas ciudades no parece alarmarlos, ni los basurales a cielo abierto, ni sus desechos industriales.

Aún así, esta doble vara con la que miden las cuestiones ajenas y las propias no es lo más grave. Lo más grave es la metodología que utilizan. Hace unos días en declaraciones brindadas ante la FM El Lago de Esquel, el ex-diputado Gustavo Reyes aseguró que cuando se iba a tratar la cuestión minera en la Legislatura, grupos antimineros ingresaron en su casa y amenazaron al resto de los diputados. Reyes concluyó que la rediscusión de la matriz productiva en la provincia y la habilitación (o zonificación) de la actividad minera no se dio en gestiones anteriores por el temor que los grupos intolerantes generaron en los legisladores.

Este temor condenó a la población en general y a los vecinos de la meseta en particular a profundizar una crisis económica inédita en nuestra provincia. Hoy la realidad nos pone frente a un nuevo dilema: o los diputados provinciales escuchan a las comunidades de la meseta y sus reclamos por la igualdad de oportunidades, o ceden por miedo ante las amenazas de losgrupos violentos y radicalizados.

Muchos de nosotros amamos a nuestro río porque nos criamos junto a él, y seremos los primeros en protegerlo. Hace unos días estuve en Rawson y Playa Unión y vi en dos lugares gente recolectando firmas para prohibir la minería acompañados de una alarmante bandera negra y roja y no pude dejar de preguntarme: ¿Se preocuparán así por la contaminación en “El Elsa”? ¿Realmente la gente está asustada?, ¿O hay alguna especie de lobby anti minero que pretende despoblar totalmente la meseta por alguna razón?

Cuando escucho «No es no» en forma terminante y agresiva, me pregunto: ¿Cuál es el mensaje? ¿No al debate? ¿No al desarrollo? ¿No al conocimiento? ¿No a la ciencia? ¿No a la geología? Si tenemos recursos que quizás ni siquiera conozcamos, ¿Por qué no estudiarlos? Y si son estratégicos, ¿Por qué no aprovecharlos? Queremos decidir porque estamos comprometidos con nuestra gente, con nuestra tierra, con nuestro río y con nuestro ambiente. Y, sobre todo, porque es nuestro deber pensar y plantear que podemos tener un futuro mejor.