Los mezquinos intereses de algunos sectores y dirigentes políticos suelen esconderse o disimularse bajo la defensa de supuestas cuestiones relacionadas al bien común o bienestar general. Y quienes las plantean no tienen ningún tipo de escrúpulos en hacerlo, aunque en realidad no suele interesarles los temas que declaman.

Es el caso de los dirigentes del PJ Carlos Linares, ex intendente de Comodoro, y el actual intendente Juan Pablo Luque. A ellos se sumó en las últimas horas el multiempresario Cristóbal López, poseedor de los más diversos negocios bajo el ala protectora de determinado sector de la clase política y el Estado.

Solo un breve repaso por los antecedentes de los tres permite desentrañar que su oposición al desarrollo de la zonificación minera está anclada en posiciones mezquinas, individuales e interesadas.

Multiempresario estatal

El empresario comodorense supo abrochar los más diversos negocios vinculados al Estado, especialmente cuando el ex presidente Néstor Kirchner era gobernador en Santa Cruz y Carlos Maestro gobernaba Chubut. Por esos años obtuvo concesiones de casinos, de servicios a través de su empresa de limpieza y muchos otros beneficios, algunos no tan conocidos.

¿Por qué se opone al desarrollo minero en Chubut? Por una razón muy simple. Todos los intentos que hizo para hacer negocios con esta actividad fracasaron.

Chocaron contra la decisión del gobernador Mariano Arcioni de avanzar en el desarrollo de la Meseta Central. Arcioni no pertenece a la tradicional y rancia política y tampoco llegó a la función para hacer “negocios”. Por eso es uno de los pocos, si no el único, que puede exhibir con convicción inquebrantable que la decisión de ampliar y modificar la matriz productiva de Chubut es el único camino posible, para el desarrollo los próximos años.

Ahora no, con Macri sí

Ese es el caso del ex intendente de Comodoro y ex candidato a gobernador, derrotado en las urnas por Arcioni. Subido a su sobrevalorada autoestima, Linares acompañó al ex ministro macrista Aranguren a la Meseta a jornadas en las que propició la actividad minera en 2018.  Aunque lo niegue, hay notas que le realizaron medios audiovisuales en las que se lo escucha a él a favor de la actividad. Pero ahora no quiere.

¿O será que en ese entonces la posibilidad de obtener “beneficios” estaba habilitada y ahora fue bloqueada por la firme decisión en ese sentido del gobernador Arcioni? Como sea, Linares va perdiendo cada vez más el valor político que supo tener, heredado del ex intendente Néstor “El Tano” Di Pierro. También sus acciones se desplomaron entre aquellos que eran sus habituales compañeros de ruta.

El renovador viejo

El tercer integrante de este tridente es el intendente Luque. No sabe porque pone palos en la rueda, pero los pone. Su cuidad nació, creció y se desarrolló al amparo de la explotación de un mineral: el petróleo.

Pero es capaz casi de hasta desconocerse a sí mismo, solo por ambición política. A nadie escapa que no tiene reelección posible en Comodoro y quiere ser gobernador, pero todavía no lo es.

Sentado sobre una billetera “bien gorda”, producto de la actividad extractiva de recursos naturales, Luque da por sentado que el camino está absolutamente allanado para llegar a Fontana 50. Pero ni siquiera tiene lógica política su oposición del desarrollo minero.

Arcioni está dispuesto a pagar el costo político que ello implica, lo que favorecería a Luque y a todos los aspirantes a suceder al actual mandatario. ¿Por qué se opone entonces? Porque atado a las viejas formas de hacer política, aunque intente mostrarse como “lo nuevo”. No tiene problemas en decir ahora que “no” por conveniencia, cuando va a terminar diciendo que “sí” y ya tuvo intentos de acercamiento a los dueños del proyecto Navidad que fracasaron.